Suerte, matador

Agustín Morales

- ¿Suerte? Suerte para qué, ¡si yo no voy a torear! Yo nada más me voy a sentar en mi lugar a ver.

Agustín Morales

Nomás puse el título, un poco al bote pronto, y reparé, deformación profesional, el uso de una coma vocativa; por pura asociación de ideas recordé que no aprendí latín, cuando hice un débil intento autodidacta, por pura flojera ante las complicaciones de las lenguas donde se declina; lo mismo me pasó, en su día, con el endemoniado ruso; es por eso que no hubiera podido entender tantas cosas que se dijeron en lengua latina en los recientes funerales; eso en el hipotético caso de que hubiera querido entender algo.


Pero volviendo a lo que yo pretendo escribir, comienzo con una anécdota o un asunto anecdótico, para expresarme mejor: hace años, cuando era un asiduo de las corridas de toros, en los pasillos de la plaza en cuestión, casi siempre la Monumental (aunque algunas veces en la clausurada Plaza México, en la hermosa Santa María, en el Nuevo Progreso, en la horripilante La Luz, y en alguna otra), los conocidos se saludaban y luego se deseaban suerte, a la voz de “suerte, matador”.


Un día, uno de mis acompañantes, respondió ante tal deseo de buenaventura, con una lógica impecable:


–¿Suerte? Suerte para qué, ¡si yo no voy a torear! Yo nada más me voy a sentar en mi lugar a ver.


Esa interjección, desde hace unos años, tomó una deriva mística, pues ahora los llamados taurinos –entre los que no me cuento–, invocan al Sumo Hacedor, y exclaman: “¡Qué Dios reparta suerte!”, lo que no deja de causarme una herética imagen de una divinidad que se comporta como un tahúr, más a la manera de Birján, que de Yahvé –entonces, quiero suponer, los apóstatas son los que dicen esas barbaridades, no yo, que ya ni siquiera voy a los toros.


Cuento esto, ahora que algunos despistados me preguntan si fui a la manifestación, que es un decir, en algo así como en la “defensa de nuestras tradiciones” o, como me pasó ayer, mi opinión sobre el encierro de la ganadería de Corlomé.


Sobre lo primero, decir que yo nunca voy a ninguna manifestación y quien ande diciendo que me vio en alguna, miente de la manera más absoluta. Una vez asistí a una marcha en la vida, y fue en Londres en el 2003, en que me uní a una protesta de los sindicatos ingleses contra la segunda Guerra de Irak –hasta cargando una pancarta.


Mis motivos para no asistir a esas protestas más o menos multitudinarias, son muy míos, pero tiene que ver con mis ganas de no jugar el triste papel de “tonto útil”, por noble que sea la causa (la paz, la democracia, la denuncia de la corrupción política, los osos polares, etcétera); de eso a que yo me pegue la asoleada de la vida para defender a los señores que parten el pastel en esto de organizar corridas, hay la distancia que hay de aquí al infinito. Para no entrar en honduras, diré que en alguna imagen que vi de la dichosa marcha, reconocí a varios y declarados enemigos de la Fiesta. Punto.


Esto no quiere decir, no se me malinterprete, que tenga que ver con los ingenuos, o no, tejemanejes de los disque ecologistas, y sus ideas bembas de la vida escéptica, o la pulsión censora de las autoridades que parecen no entender de qué va la cosa: ni en el plano ritual, ni en el plano cultural, ni en lo que yo considero un Estado liberal.


Digamos que la corrida tiene sus profundidades –y su única justificación posible– allí donde se interpreta algo así como una misa pagana; como a mi las misas a gogó, tropicalizadas y sin fondo, me aburren, pues como quien escucha las campanas…


Introduzco una pregunta pertinente. ¿Me gustan los toros? Sí, y mucho, pero no estos. No tengo reparo en decir que el año pasado fui en Madrid a ver a Juan Ortega, y que tuve una experiencia gozosa. Más tarde me negué a ir a ver al mismo torero aquí en la Monumental –y parece, me dicen, que acerté en mi decisión.


No dejo sin respuesta la pregunta sobre el encierro de Corlomé. No puedo opinar porque no tuve el gusto, pero el ingeniero Lomelí es una de esas pocos personajes del medio vernáculo, por cuya persona, trabajo y labor de ganadero tengo el mayor de los respetos.


Abur.

-

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión.

Cargando Minuto a Minuto...
Cargando Otras noticias...