¿Qué pasó el primero de junio?
Los mexicanos seguimos sin entender con claridad y coherencia qué pasó el primero de junio
Los mexicanos seguimos sin entender con claridad y coherencia qué pasó el primero de junio. Hubo una gran celebración, pero si nosotros confrontamos los resultados con el principio de legitimidad, que es un principio que varía según en el ámbito que se analice; pero veámoslo así: jurídicamente la legitimidad se refiere a la validez de una norma dentro de un sistema legal previamente establecido. Por lo tanto, una ley es legítima si ha sido creada conforme a los procedimientos, principios del derecho y el derecho positivo en el caso mexicano.
Caso de México: No lo hubo. Hay un mandato constitucional y una ausencia legal en la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, por lo tanto, todo se construyó a partir de acuerdos del Consejo General del Instituto Nacional Electoral.
La legitimidad desde el punto de vista político está vinculada a la aceptación y al reconocimiento del poder por parte de la sociedad. Un gobierno legítimo cuenta con el respaldo de la ciudadanía, no del pueblo. Ya sea por elecciones democráticas o por consenso social. El primero de junio no hubo ni uno ni otro.
Ahora bien, desde el punto de vista ético, la legitimidad se relaciona con la coherencia de las acciones y los principios morales universales.
Una decisión puede ser legal, pero no ética si contradice valores fundamentales como la justicia, la equidad, los derechos humanos y dentro de votar y ser votado está la consideración de los derechos humanos. Pero bueno, también veámoslo moralmente.
Esto depende de los valores individuales y colectivos de la vida compartida, la legitimidad moral de una acción se basa en la aceptación dentro de un sistema de creencias que se comparte aunque no siempre se coincida con la legalidad o la ética. Tampoco lo vimos ocurrir el pasado primero de junio.
Yo insisto, el Poder Judicial requería una reforma de fondo como ocurrió hace 35 años al desaparecer la Comisión Federal Electoral que en ese momento era presidida por don Manuel Bartlett.
El Poder Judicial merecía una reforma de fondo, amplia, contundente y que quitara todas las esquirlas, vicios y corrupción que se dice, porque hay algo importante que se debe señalar: los integrantes del poder judicial han sido basureados y sin misericordia. Ninguno ha estado en tribunales y ninguno ha sido señalado con pruebas de actos de corrupción. Los elementos de vicio están dentro de lo que debió haberse reformado.
El Poder Judicial no es un tema nada más sin forma ni fondo, sino garante para que el ejercicio del Poder Legislativo y Ejecutivo tenga un equilibrio. Y este último tiene la manera de hacer equilibrio entre el Legislativo y el Judicial.
Mientas que el Legislativo tiene los instrumentos para generar el equilibrio entre el ejercicio del Poder Judicial y del Ejecutivo. Esta división de poderes no se inventa de la noche a la mañana.
Seguimos discutiendo banalidades y hemos dejado los actos trascendentes que cada día nos están llamando a ser un mejor México, una ciudadanía construida a partir del diálogo, discusión, aportación de ideas y de la construcción colectiva, hecho que la primera minoría tiene cancelado.
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