Perspectiva: ¿Podremos viajar?
Las carreteras son las venas del país. Si se bloquean, producen pequeños y grandes infartos
La pregunta viene de familiares y amigos que preguntan: ¿podré ir a la CDMX por carretera? ¿Cuánto tiempo haré para llegar a Guadalajara? Lo que antes ni siquiera era un tema porque ir a la CDMX era un viaje de entre 4 y 5 horas, hoy es impredecible. A Guadalajara el tiempo de traslado era de 2 horas y media, máximo 3. Hoy pueden ser 5 o 6 horas. Esa incertidumbre también la tienen los transportes de pasajeros y los de carga. Los costos se multiplican con una productividad en picada.
El gobierno federal no quiso anticipar un arreglo con los agricultores en los precios de garantía y ahora bloquean como si fueran dueños de las carreteras. Decían que el daño económico por los bloqueos de la semana pasada podría ser de 3 mil millones de pesos. Eso es en lo inmediato, pero si cualquier grupo ahora cierra por horas o días las vías que nutren el abasto, el daño va mucho más allá del mero “costo económico del momento”.
Si a eso sumamos el temor de los asaltos, tenemos un país enfrentado, atrancado. Por fortuna los ciudadanos afectados aguantan con paciencia jornadas de hasta más de 24 horas. Luego, adueñados de las vías, los agricultores abren y cierran la llave del flujo de vehículos. “Liberan” un carril o actúan de forma intermitente. En un país donde un grupo demanda soluciones creando problemas a la mayoría, donde no se respeta el libre tránsito, hay desgobierno.
El dogma es “no reprimir” a ningún manifestante, sea la CNTE, los campesinos o los piperos de agua potable. Todo para decir que no tenemos un gobierno autoritario. Sin embargo es peor tener un país en plena anarquía. La sensación de desasosiego permea en Guanajuato, Querétaro, Michoacán, Jalisco y Aguascalientes. Además hay desinformación: no sabemos si pagarán igual a todos un precio uniforme de garantía por el maíz y el sorgo, no sabemos si en Sinaloa será diferente. No sabemos cuándo va a terminar el problema.
Las carreteras son las venas del país. Si se bloquean, producen pequeños y grandes infartos. La red de carreteras no ha crecido en los últimos años por falta de inversión, por gobiernos que compiten en regalar dinero con fines electorales. El diseño del presupuesto no ajusta para seguridad, salud y educación; menos para infraestructura, que es el andamio de cualquier futuro crecimiento. Consumimos los bienes públicos de una alacena que cada día está más sola. Pedimos prestado para comprar en el extranjero gas, gasolina, maíz, sorgo, como si estuviésemos en guerra. De 10 billones de pesos en deuda, pronto estaremos en 20. Además regalamos decenas de miles de millones de pesos a Cuba, país en la miseria por su cerrazón ideológica y falta de libertades. Tiramos el dinero para sostener una dictadura cuyo mayor éxito es mantener a 10 millones de ciudadanos en una cárcel física y mental.
A simple vista notamos que hay una mala administración de los recursos públicos. Mucho por una ideología de izquierda rancia, mucho por simple incompetencia. La cuenta de todo lo que firmó Andrés Manuel López Obrador le llega a la presidenta Claudia Sheinbaum, quien ni siquiera tiene la libertad de cambiar el rumbo.
Cuando una mujer no puede llevar sangre a su padre —que la necesita de urgencia— porque la carretera está bloqueada en Guanajuato, vemos que algo está muy mal en el país. Algo tiene que cambiar.
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