Perspectiva: Experiencia religiosa "La Iglesia de Lakewood" (Primera parte)

Enrique Gómez Orozco

¿Cuál era su mensaje que lo convirtió en uno de los líderes religiosos más ricos de la historia?

Enrique Gómez Orozco

Desde hace algunos años, tuve la curiosidad de asistir a un servicio religioso en la iglesia de Joel Osteen, llamada “Lakewood Church”, en Houston. Parte del interés estaba en saber cómo el predicador cristiano había logrado adquirir un estadio para su congregación. ¿Cuál era su mensaje que lo convirtió en uno de los líderes religiosos más ricos de la historia? Lo había visto en YouTube y compré alguno de sus libros sobre superación personal. De ahí surgió la idea.


Un buen día pasé por el enorme edificio que antes era el “Estadio Compaq” de los Houston Rockets de la NBA. Tenía que ir. Consulté los programas y había dos para el domingo, en los que hablaría el predicador. Llegué un poco antes al evento. Cruzando una calle de la iglesia, está uno de los estacionamientos más grandes que he visto. Ahí, los guardias reciben con una gran sonrisa a los parroquianos y, a lo largo del trayecto, hay entusiastas greeters o anfitriones que también sonríen y entregan folletos sobre eventos futuros. Son personas capacitadas para las relaciones públicas.


El templo es enorme. Tiene capacidad para 16 mil 800 personas. Al servicio de las 8:30 llegamos unos 6 mil, pero a las 11:00 se llenó el estadio, perdón, el templo. En la atmósfera hay cantos y un ambiente cargado de electricidad, como en un concierto. Hay una recepción para quienes llegan por primera vez. Una mujer de la tercera edad nos acompaña hasta el frente, desde donde se puede ver con claridad un gran coro, una orquesta y varias cámaras que proyectan ángulos distintos de lo que sucede, para que se vea en muchas pantallas y en una enorme, arriba y al centro del edificio. El sistema de sonido es de miles de voltios. Los feligreses se entusiasman. El fenómeno es semejante al de un concierto de música popular. La gente, parada, levanta las manos y canta la letra que aparece en la pantalla. Las luces giratorias llenan el recinto de colores, aunque un azul profundo invade los techos. Todo está diseñado para elevar el entusiasmo de la gente.


Después de varias canciones, habla un predicador desconocido; es un sermón de ánimo, esperanza y prosperidad. Algo que se repetirá a lo largo de la ceremonia. Sigue a otro predicador afroamericano y, al final, aparece Osteen, acompañado de su esposa, Victoria, quien también es ministra de la iglesia. Comienza con un rito sencillo: al estilo de Ronald Reagan, cuenta un chiste blanco, luego reza una plegaria basada en la Biblia. Sigue una prédica fluida que surte efecto de aliento y aplausos entre los congregados, quienes, siempre de pie, muestran profunda emoción.


Osteen hace una pausa para bendecir a los niños. Padres de todas las razas se acercan con sus hijos y platican brevemente con él. Antes de finalizar el evento, el ministro recuerda lo importante que es cooperar con la iglesia “de todos” para cumplir los mandatos divinos. En las sillas hay sobres para el donativo e instrucciones con un código QR para donar directamente a la cuenta de la Lakewood Church. Todo es fácil.


Aunque la iglesia es cristiana carismática, no hay ninguna cruz, imagen de Cristo ni figura alguna de dolor; solo un globo terráqueo que gira para remarcar que la institución es universal. Antes de salir, pasan videos de gente bautizándose en inmersión total en pequeñas albercas. La iglesia de Lakewood es un fenómeno que tiene muchas enseñanzas para los mexicanos, lo digo desde una posición secular. (Continuará)

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