Perspectiva: en sentido contrario

Enrique Gómez Orozco

Enrique Gómez Orozco

La empresa española Iberdrola no quiere saber más de México. El año pasado, la empresa eléctrica europea, “concretó una importante venta de activos a México:  vendió 13 plantas eléctricas (12 de ciclo combinado y 1 parque eólico) por alrededor de 6,200 millones de dólares a un fondo administrado por el Estado mexicano, lo que permitió al gobierno —a través de la CFE— aumentar su control del mercado nacional, llegando a generar hasta el 50 % de la electricidad producida en el país”.

Ahora se despide con su puesta en el mercado de las plantas eólicas y en las que invirtió antes del sexenio de López Obrador. Desde que llegó la 4T, los españoles encontraron un país hostil. Primero por la tonta idea de que España nos debía pedir una disculpa por la “Conquista” y luego con los comentarios absurdos del entonces presidente de que los aerogeneradores de la Rumorosa “afeaban el paisaje”. AMLO canceló una inversión de más de mil millones de dólares de la empresa Constellation Brands -la dueña de la cerveza Corona y Modelo -en Mexicali,  por puro capricho. Al igual que la destrucción del NAIM en Texcoco, la decisión fue una estupidez.

El clima de inversión se deterioró tanto que muchas inversiones quedaron en veremos. Manuel Bartlett se peleó con empresas canadienses que construían un gasoducto indispensable para dar electricidad a la Península de Yucatán y a estados del sureste. El Gobierno volvía la mirada al pasado estatista de Luis Echeverría y José López Portillo, cuando la mitad del PIB era producto del gasto público.

No recuerdo que en México haya una estatización que diera fruto, ni siquiera la de Pemex por sus resultados de hoy. Cuando se nacionalizó la banca perdimos 10 años de impulso económico; cuando el Gobierno tenía el derecho de hacerse de los depósitos de los bancos con el llamado “encaje legal”, el país dejó de crecer.

Quien sacó a México del estancamiento fue Carlos Salinas de Gortari. Su receta: abrir la economía al mundo, atraer inversión extranjera, darle independencia al Banco de México y entusiasmar al sector empresarial con el Tratado de Libre Comercio. Fue la última vez que el país creció un 25 % en un sexenio.

La venta de 15 plantas productoras de electricidad de Iberdrola se da por “inseguridad jurídica”, según medios españoles. Más vale decir “aquí corrió que aquí quedó”. Un pésimo ejemplo para otros inversionistas que temen un cambio radical en el país con la llamada reforma judicial.
Cualquier juez cuatroteista podría darle la razón (sin tenerla), a campesinos que no quieran ver aerogeneradores cerca de sus tierras; podría también sufrir condiciones desfavorables para sus negocios si depende de una CFE limitada en transmisión de energía.

Para los empresarios mexicanos también es una mala señal. ¿Qué estarán viendo los de Iberdrola para correr del país? El tema es saber si hay algún particular o empresa trasnacional que quiera comprarlas. La peor señal sería que la CFE, endeudada y en complicaciones técnicas de producción, decidiera comprar, de nueva cuenta, las plantas productivas de la multinacional de origen español.

Con una deuda de 18 billones de pesos (la mitad del PIB), México no puede recargarse en el Gobierno para crecer. La carga de Pemex, las pensiones y el inmenso reto de reconstruir los servicios de salud pública y renovar la infraestructura del país, impiden que México crezca. Si no hay crecimiento, Morena tiene sus días contados. Ni siquiera el billón de pesos que se repartirá anualmente en programas del “Bienestar” podrán detener el deterioro en la economía de las familias.

-

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión.

Cargando Minuto a Minuto...
Cargando Otras noticias...