Narcotráfico, dinero y poder: el lado invisible del crimen

Edgar Guerra

El tráfico de drogas no se sostiene solo con quienes siembran o transportan.

Edgar Guerra

Cuando hablamos de narcotráfico, solemos imaginar escenas de violencia, capos, sicarios o detenciones espectaculares y comunidades afectadas. El foco está puesto en los criminales y, en algunos casos, en los consumidores. Pareciera que ahí comienza y termina la historia. Pero esa mirada, aunque necesaria, es profundamente insuficiente. 

El tráfico de drogas no se sostiene solo con quienes siembran o transportan. Tampoco sobrevive únicamente por quienes compran. Lo cierto es que para que una economía criminal de esta magnitud opera de manera estable, sostenida y global, se requiere algo más: complicidad. Y esta complicidad no es solo del Estado y las autoridades de gobierno.

Ayer fuimos testigos de un giro importante: el gobierno de Estados Unidos sancionó a tres instituciones financieras mexicanas —CIBanco, Intercam y Vector— por presuntamente lavar dinero del narcotráfico. Se habla de reintegros millonarios a Asia, de triangulación financiera, de vínculos con cárteles. Lo que estas sanciones revelan no es algo nuevo, pero sí algo que habíamos dejado de mirar: el narcotráfico es también un fenómeno financiero.

Durante décadas, el combate al narco se libró con armas, retenes y detenciones. Poco se hizo, en cambio, para desmantelar las redes que hacen rentable el negocio: las del lavado de dinero. Hoy es evidente que ese combate ha sido selectivo, ineficaz e incluso funcional para ciertas élites. 

En ese sentido, tendríamos que preguntarnos ¿por qué nos cuesta tanto vigilar los flujos de capital como vigilamos los cultivos? ¿Por qué los sistemas financieros gozan de tanta opacidad? ¿Por qué las instituciones reguladoras no actúan con la misma fuerza con la que se persigue a campesinos, consumidores o pequeños distribuidores?

El narcotráfico no se sostiene sin la anuencia —cuando no participación directa— de autoridades locales, estatales y federales. Pero tampoco sin los bancos que lavan, sin los contadores que maquillan, sin las empresas que simulan. Estamos ante un ecosistema complejo donde el poder del dinero corrompe más sutilmente que cualquier arma. 

Sin embargo, aunque estas sanciones de Estados Unidos abren un nuevo frente, tampoco podemos verlas con ingenuidad. El gobierno norteamericano actúa desde sus propios intereses geopolíticos, económicos y electorales. Señalar a instituciones mexicanas puede ser útil como presión diplomática o como estrategia de contención interna. 

De hecho, tras el anuncio de las sanciones, la Secretaría de Hacienda de México respondió con cautela: afirmó que solicitó al Departamento del Tesoro las pruebas de los supuestos vínculos, sin haber recibido evidencia concreta. Argumentó, además, que las transacciones a empresas chinas señaladas por Estados Unidos fueron previamente detectadas por la Unidad de Inteligencia Financiera como pare de relaciones comerciales legítimas, dentro de un comercio bilateral anual de más de 139 mil millones de dólares. 

A pesar de ello, la comisión Nacional Bancaria y de Valores inició una revisión interna de las instituciones involucradas, encontrando irregularidades de carácter administrativo que ya fueron sancionadas conforme a derecho. La autoridad fue enfática: “De contar con información contundente que pruebe actividades ilícitas de estas tres instituciones financieras, actuaremos con todo el peso de la ley; sin embargo, a la fecha no contamos con ninguna información en este sentido”.

Todo esto subraya un dilema de fondo: entre el combate real y la simulación institucional, entre la acción soberana y la dependencia de inteligencia extranjera. Pero más allá de eso, nos enfrenta a una pregunta ineludible: ¿estamos dispuestos a transformar las estructuras que permiten que el crimen opere con traje y oficina, más que con fusil y pasamontañas?

La lucha contra el narcotráfico debe pasar del espectáculo a la estructura. Del narco callejero al banquero privilegiado de la narrativa punitiva a la fiscalización real. Solo entonces estaremos hablando de una estrategia coherente, legítima y eficaz frente al poder del dinero criminal. 

-

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión.

Cargando Minuto a Minuto...
Cargando Otras noticias...