La romantización de la juventud
La creencia de que tan solo por esa condición biológica se tiene derecho a todo lo demás
En diversas partes del mundo hay ahora una especie de romantización de la juventud. Es decir, la creencia de que tan solo por esa condición biológica se tiene derecho a todo lo demás, buena vivienda, empleos muy bien pagados, varios días de descanso a la semana o meses, si es posible.
Y como el acceso a todos estos bienes no es automático ni llega de milagro, entonces hay que buscar culpables y estos son el capitalismo, los adultos, los políticos, el neoliberalismo, el estado o las circunstancias que no se los está concediendo. El problema es que la vida real y alma es un poco más difícil y todavía necesito una combinación virtuosa donde entre el esfuerzo, el mérito, la capacidad, la disciplina, la preparación y otras cosillas más de las que con frecuencia nos olvidamos.
Quizá hay aquí un poco más de espacio para desentrañar el misterio. Lo primero tiene que ver con la educación. Es verdad que hay más acceso. La educación superior, si es de calidad, sigue siendo una buena inversión, pero resulta que el desempleo entre personas que tienen esa educación viene creciendo. En Aguascalientes, por ejemplo, según la última encuesta del INEGI, hoy tenemos en el estado más de 5000 personas desempleadas que cuentan con educación superior.
Entonces, si la universidad ya no es el pasaporte automático hacia los buenos empleos y los ingresos crecientes, se produce un efecto lógico de frustración que muchos jóvenes desfogan hacia las instituciones que creen responsables del problema. La diversidad elegida que resultó mala o era patito, los gobiernos, la economía, etcétera y se condensan en un sentimiento muy personal y muy explicable, el temor a convertirse en los nuevos parias del mundo laboral.
Un segundo aspecto, es que sí, hay más acceso, pero el avance de la tecnología es imparable, está transformando la naturaleza del trabajo y crea puestos que demandan nuevas habilidades o distintas de lo que aprendieron. La consecuencia es que tal vez eligieron mal la carrera o tuvieron un mal desempeño y no logran insertarse en el mercado laboral.
Les doy un solo dato, en México hoy casi la mitad de los estudiantes universitarios están concentrados en carreras muy tradicionales como Administración de Empresas y Contabilidad, en las que hay cerca de 500 mil alumnos y unos 400 mil que están en Derecho. Me temo que va a ser muy difícil para la mayoría una inserción exitosa.
En tercer lugar, relativa a la movilidad ascendente en el sector empresarial, las buenas noticias para la juventud de edad mediana, pongamos entre 30 y 40 años, son más bien discretas en lo que podríamos llamar éxito. La competencia por los buenos empleos es cada vez más difícil y los mecanismos de ascenso más estrechos. En las 500 empresas más grandes del mundo, sus presidentes tienen hoy un promedio de 60 años. Y finalmente, el factor político.
Ahora hay muchos vividores y oportunistas que creen que las redes son sinónimo de éxito y de eficacia y lo que quieren en realidad de la política es algo de fama y mucho dinero, pero resulta que la gente quiere soluciones a sus problemas, la seguridad, la economía, los servicios públicos, la salud y nada o muy poco de eso se les está entregando.
En suma, no está claro si el griterío y la muchedumbre significan algo más en términos políticos, si tales expresiones tienen la claridad suficiente como para generar un cambio en el actual estado de cosas o si simplemente son parte de un paisaje indefinible como tantas otras cosas que hay en la confusa arena pública de muchos países en estos tiempos.
Este es el callejón esencialmente pedagógico y psicológico en que las nuevas y viejas generaciones están atrapadas. No es el mejor panorama, pero sin duda es lo que hay.
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