La final del Clausura 2024: Reflejo de un sistema en crisis

Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Este domingo se nos presenta para muchos la última oportunidad de cerrarle el camino a la dictadura

Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Me dicen que el torneo de balompié denominado Clausura 2024 se resolvió por la intervención del árbitro y del VAR, lo que por supuesto me hace lo que el viento a Juárez, aunque da pie para algunos comentarios. Me dicen que el dueño del equipo campeón es también dueño de la Federación y que tiene la fuerza para imponer directivos, árbitros, jugadores y comentaristas. No es saludable que eso suceda en ninguna actividad en la que participen diversas voluntades, diversas intenciones, diferentes criterios. Si lo llevamos al plano electoral de nuestro país, durante muchos años el presidente era el “dueño de la cancha, del balón, de los jugadores”, el que nombraba a los árbitros y, el que ganaba, le entregaba la corona al sucesor que repetiría el numerito así cada seis años.

A partir de López Portillo, que fue candidato único, las cosas empezaron a cambiar: el sistema presidencialista pareció haberse agotado, se crearon órganos electorales autónomos que impusieron controles, y se aprobaron leyes que obligaron a transparentar el ejercicio del presupuesto. Organismos como las comisiones de derechos humanos y Atención a Víctimas fortalecieron los derechos fundamentales.

La Suprema Corte de Justicia adquirió independencia, frenó el autoritarismo. Todo parecía ir bien, pero algo salió mal. Después de alternarse, el pueblo decidió prestar su apoyo al líder de un grupo que se disfrazó como de ideología de izquierda. "Algo tiene esta silla," decía Pancho Villa, "que cambia a las personas": la silla presidencial.

El presidente se transformó en su monstruosa y verdadera personalidad: se olvidó de sus ideales y principios, regresó a las fuentes de las que abrevó. En cinco años, ha hecho todo lo que ha estado en sus manos para regresar a la presidencia imperial, a la dictadura perfecta, incluso definiendo a su sucesora en el más puro estilo autocrático. Se ha perdido el valor, el Congreso, la transparencia, se anuló a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y se consolidaron los árbitros electorales.

Como todo autócrata, ha estado en brazos de las Fuerzas Armadas y ha comprado con dádivas la lealtad de los mexicanos dependientes, ya sea por pobreza, por ignorancia, o por falta de escrúpulos. Este domingo se nos presenta para muchos la última oportunidad de cerrarle el camino a la dictadura, tipo Cuba, Venezuela o Nicaragua, y retomar el camino del gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

 

 

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