Gobernar con decencia, eficacia y resultados

Otto Granados

Quienes gobiernan en 2027 en adelante se encontrarán con una herencia que consiste en cómo hacer que la economía del estado crezca

Otto Granados

Como no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, Aguascalientes ingresará a una fase de incertidumbre y de definición a partir del año que viene, cuando los partidos y la quilométrica panda de vividores que lucran con ellos empiece a ver dónde y cómo colocarse cuando sean renovados el gobierno estatal, los 11 municipios, el congreso local y las tres diputaciones federales que le tocan al estado. Basta ver, en las calles de la ciudad la abundante propaganda de algunos vagos que aspiran a una chamba.

Pero si un ciudadano piensa en este proceso, es de sentido común que se pregunte ¿y todos estos para qué sirven? ¿qué problemas piensan resolver? ¿cómo van a contribuir a mejorar la vida de las personas y de las familias? Ahí está la trampa que habrá que identificar para no caer en ella. 

La primera cuestión, es que quienes gobiernan en 2027 en adelante se encontrarán con una herencia que consiste en cómo hacer que la economía del estado crezca. Durante los últimos siete gobiernos, Aguascalientes mantuvo una razonable continuidad de políticas públicas centradas sobre todo en el crecimiento, pero en los últimos cuatro años el panorama no pinta bien.

El PIB estatal, es decir, el tamaño de la economía en el estado, registró un crecimiento negativo de menos 0.2% en 2022. En 2023 levantó al 6.3%. En 2024 volvió al terreno negativo con menos 1.9% y en 2025 es posible que ande más o menos en el 1%. Por tanto, los que vengan deben decir cómo le harán para que la economía crezca por lo menos al 4.5% anual, pues de ello derivan los empleos, los ingresos, las mejoras en el nivel de vida de las familias.

La condición indispensable en segundo lugar para dinamizar este aspecto pasa por el desarrollo de talento, es decir, por la educación. Esto supone una nueva política para la educación superior sobre todo que oriente la oferta hacia la empleabilidad de calidad. Recordemos que hoy Aguascalientes tiene unos 5 o 6 mil desempleados que tienen educación superior según las encuestas del Inegi, es decir, aquella educación que fortalezca la vinculación con los sectores clave, estimule el emprendimiento, ofrezca salarios atractivos y produzca un círculo virtuoso. Por lo tanto, el nuevo gobierno deberá entender que el desafío es de calidad y de pertinencia, no de cantidad o de ocurrencias. 

La tercera prioridad es saber qué se quiere hacer durante esos seis años. En la actualidad, la mayoría de los gobiernos han caído en un abanico de trampas perversas que se condensan en fotos, redes, cortes de listón y frivolidades con las que, como dice el ingenio popular, no sacan un perro de una milpa.

Un buen gobernante, sin embargo, es aquel que alcanza metas claras y categóricas. ¿Cuánto creció la economía? ¿Cómo mejoraron los aprendizajes? ¿Cuántos empleos dignos, productivos y bien pagados se crearon? Lo demás es utilería. La última misión es contar con un gobierno que se guíe por principios y valores.

México y muchos de sus estados han caído en una espiral muy peligrosa en donde lo único que motiva a sus gobernantes a todo nivel es la corrupción en muy diversas modalidades. Esto ha creado una atmósfera colectiva en la que la corrupción se ha normalizado como una práctica comunitaria en lo público y en lo privado. Y este es un proceso que, más temprano que tarde, se volverá autodestructivo.

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