En distintas partes de nuestro continente hemos visto un retorno a los gobiernos de derecha, a los populismos libertarios, y a los gobiernos de mano dura. Así, el triunfo del ultraderechista José Antonio Kast en Chile, se suma a una tendencia en la que resaltan figuras como Javier Milei en Argentina; Daniel Noboa, en Ecuador; o Nayib Bukele en El Salvador.
Chile vivió una dictadura militar de 1973 a 1990. Esta dictadura fue impulsada por Estados Unidos, y fue encabezada por Augusto Pinochet, luego del golpe de estado contra Salvador Allende. Durante este periodo se persiguió a opositores, se limitaron los Derechos Humanos, y se dio un mensaje de advertencia y amenaza a los demás países del continente que quisieran tener gobiernos de izquierda.
A los años, luego de la caída de la dictadura, y con las problemáticas nacionales y globales que había enfrentado Chile (entre las que destacan temas de economía, migración y delincuencia) José Antonio Kast, defensor de Pinochet e hijo de un oficial del Tercer Reich alemán bajo las órdenes de Hitler, gana la presidencia en una segunda vuelta electoral que lo enfrentó contra la izquierdista Jeanette Jara.
La explicación de este retorno de la derecha autoritaria en Chile puede entenderse a partir de cuatro factores: primero, el miedo al crimen y el rechazo a la migración indocumentada; ya que la campaña de Kast se centró sobre este tema.
Segundo, la moderación en su campaña, ya que, en 2021, cuando perdió la segunda vuelta ante Gabriel Boric, su campaña fue abiertamente contraria a los derechos de la población LGBT, al aborto, al feminismo, y a la izquierda; además de declararse admirador del dictador Augusto Pinochet. En esta ocasión, fue más moderado y monotemático.
Tercero, el agrupamiento de los distintos movimientos de la derecha chilena en torno a la candidatura de Kast. Al pasar este candidato a la segunda vuelta, los votos que habían sido para otros movimientos conservadores y de clase media, se sumaron a la postulación de Kast.
Cuarto, el voto joven. Las últimas reformas electorales en Chile impusieron el voto obligatorio. Esto hizo que millones de jóvenes acudieran a las urnas. Sin embargo, estos votantes -al haber nacido ya en la democracia y no haber padecido el horror de la dictadura- mantienen un perfil despolitizado y susceptible a caer en los discursos populistas y anti sistema.
De este modo, un país que vivió un proceso cruento para ganar de vuelta procesos políticos democráticos, da un viraje a elegir candidaturas emergidas de representantes ideológicos dictatoriales. Lo sucedido en Chile no es un caso aislado, y se suma a una configuración polar entre izquierdas y derechas latinoamericanas, en la que interviene Estados Unidos, y que pone al continente en una nueva fase de la Guerra Fría del siglo pasado, pero ahora con internet y memes. Se vienen tiempos difíciles para la democracia latinoamericana.
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