25N: En medio de contragolpes a los derechos de las mujeres
“Bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados”
Quienes han leído The Handmaid’s Tale (El Cuento de la Criada), o han visto la serie, saben que presenta algo que podría clasificarse como distopía, mostrando un régimen totalitario que reduce a la nada los derechos de las mujeres y las convierte en meras herramientas de reproducción. Su autora, la brillante Margaret Atwood, advertía lo siguiente en el prólogo de una reedición: “No se podía confiar en la frase: 'Esto aquí no puede pasar'. En determinadas circunstancias, puede pasar cualquier cosa en cualquier lugar”. Mucho tiempo antes lo había advertido también Simone de Beauvoir, la filósofa feminista francesa: “Bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados”. Quizás estamos ahí en este momento.
Tenemos la ilusión de que las mujeres tenemos más derechos ahora. Sí, claro, si nos comparamos con las mujeres de hace 100 años, los tenemos: podemos ser autónomas, podemos trabajar y tener propiedades a nuestro nombre, podemos participar en las elecciones tanto votando como siendo candidatas a puestos de elección popular, podemos participar en el arte y los deportes, podemos hacer muchas cosas. Pero no nos engañemos, muchos de estos derechos llegaron tarde y en respuesta a siglos de opresión, a luchas feministas de muchos años y a veces a casos emblemáticos, como cuando hablamos de la Ley Olimpia, la Ley Ingrid, la Ley Fátima, u otras, sin sus casos.
Aunque siempre hemos visto rechazos y ataques a los feminismos, a la protesta feminista y a las fechas conmemorativas como el 8M y el 25N, en estos tiempos se están recrudeciendo. Es lo que llaman backlash o contragolpe, que se da cuando se logra avanzar en derechos y entonces viene el contragolpe, mediante regresiones en los derechos y las políticas de igualdad de género, refuerzo de los estereotipos, crecimiento de las narrativas misóginas, negación de la violencia contra las mujeres y un largo etcétera.
El contragolpe tiene manifestaciones muy evidentes en la esfera política. El reposicionamiento de las ultraderechas y la presencia de presidentes como Donald Trump o Javier Milei, han abierto la puerta para regresiones en los derechos de las mujeres; pero tampoco es que las izquierdas hayan tenido actuaciones increíbles, por estos rumbos se habla de que “llegamos todas”, pero no se ha roto el pacto patriarcal.
En la esfera cultural también se observa ese contragolpe, sólo que de otros modos, por ejemplo, mediante creadores de contenido y otras figuras públicas que no tienen pudor alguno en expresar que las mujeres deberíamos encarnar la energía femenina cuidando y limpiando. Seguramente ustedes, amables radioescuchas, pensaron en por lo menos dos personas, un futbolista y un influencer, pero estas narrativas están por todos lados. Hace algunas semanas compartí en este espacio y también en mis redes, lo inspirador que me pareció el concurso “Quiero ser gobernadora”, que organizó el Observatorio de Participación Política de las Mujeres en el Estado de Guanajuato. A alguien le pareció buena idea responderme que deberíamos haber organizado mejor un concurso que se llame “Quiero ser ama de casa” porque la política es un ambiente muy tóxico para las niñas y deberíamos mejor encauzar su energía en realizarse como mujeres mediante la maternidad y el cuidado. Un día después, en un chat de investigadores, uno de los colegas criticó las llamadas nuevas masculinidades y dijo que prefería ser un machista, regresó a argumentos biológicos sobre los hombres y la fuerza y las mujeres y el cuidado.
Pasado mañana, 25 de noviembre, es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. La vida nos ha enseñado que nuestros derechos, que no fueron un regalo, sino el producto de la lucha, requieren seguir siendo defendidos.
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